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REIKI EGIPCIO


Reiki Egipcio

EL ORIGEN DE LA INICIACIÓN


 El origen de la iniciación es tan antiguo como el de las más remotas civilizaciones. Las primeras iniciaciones eran dramas rituales. El hombre trató de establecer, de dramatizar en forma de representaciones escénicas, ciertas verdades fundamentales de la naturaleza que había descubierto. Estos dramas rituales eran algo parecido a los modernos dramas de Pasión.

Los egipcios habían aprendido, tal como nosotros ahora, que las demostraciones, la ejecución de varios actos y el uso de ciertos objetos ayudan a facilitar la instrucción. Las lecciones se imprimen más fácilmente en la mente de los alumnos. Los dramas de ceremonias imponentes consistentes en música, luces espectaculares, procesiones, cánticos e indumentaria pintoresca se graban como una experiencia inolvidable en los participantes. No todos están preparados, psicológicamente para un conocimiento nuevo y diferente.

Se necesita tener méritos para recibir esta sabiduría o verdad, que se considera sagrada y muy apreciada  por otros. En consecuencia, los antiguos egipcios organizaron las escuelas de misterios.

En tales escuelas, los que buscaban la verdad la conseguían por medio de la iniciación o sea los dramas  rituales que les impartían los misterios. La palabra misterio no tenía el mismo significado en esos tiempos remotos que el que hoy tiene. No quería decir “extraño", "sobrenatural", o “pavoroso". Se refería más bien a una gnosis única o conocimiento que se revelaba al candidato para la iniciación.

En realidad se llamaba initia a los misterios en la antigua Roma. Los iniciados se llamaban mystae. La palabra intiore, del latín, quería decir “inspirar”, e “Intium” quería decir ”principio” o "preparación". La relación de estas palabras muestra, de manera obvia, el significado de una iniciación. Consecuentemente, el candidato para la iniciación era el que recibía un conocimiento inspirado que haría una impresión emocional psíquica en su conciencia, al mismo tiempo que aumentaba su conocimiento. Ningún rito, ninguna ceremonia, por lo tanto, no importa cuál sea su forma o ejecución, es de hecho, una verdadera iniciación si no logra lo siguiente:

(a)   Hacernos introspectivos, es decir, que nuestra conciencia se vuelva hacia el interior para mirarnos a nosotros mismos;

(b)   Engendrar en nosotros aspiraciones e idealismos;

(c)   Exigir de nosotros una obligación sagrada o promesa, que sea a nosotros mismos o a otros, de que tratáremos, de cumplir nuestras aspiraciones.

 Toda iniciación sea en grupo o en solitario tiene que tener esas mismas razones tradicionales y psicológicas para que sea verdadera.

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